Lo primero que vemos en el agua de la piscina es su aspecto: color, turbiedad y olor.
El color debe ser transparente. Cuando tiene un “tinte” puede deberse a distintas perturbaciones de la calidad del agua. Si es de tono verdoso, evidencia la presencia de algas en suspensión (las que se encuentran en las paredes y fondo no siempre dan color al agua). Cuando el color es celeste, puede ser por el exceso de productos como alguicidas, los que basados en Cobre dan un color característico cuando se usa en exceso.
El estado turbio del agua es por la presencia de sólidos en suspensión. Estos sólidos pueden ser material orgánico como algas (vivas o muertas), sales que no se han disuelto u otras suciedades que por el tamaño pequeño no precipitan.
En cuanto al olor, podemos relacionarlo con un exceso de cloro o actividad de algas y bacterias anaerobias con un olor “sulfuroso”.Hasta estas primeras líneas, hemos considerado los aspectos más notorios en lo que es el agua de la piscina, sin valernos de ningún ensayo físico o químico.
El cuidado de la piel
Es muy importante prestar atención a la sensación luego del uso de la piscina. Si aparecen irritaciones en heridas o pliegues de la piel, ardor o picazón, estos son claros síntomas de que el agua no está en buenas condiciones.
Habitualmente es por el inadecuado pH del agua o actividad bacteriana alta. Sin contar el mal uso de aditivos.
En la siguiente entrada a este blog, comentaremos acerca del pH, su definición e importancia para el agua y cómo mantenerlo bajo control para el disfrute de la piscina sin inconvenientes.
Resumen: la idea de este blog, es que quien lea, entienda la importancia de mantener la piscina y su agua adecuadamente. Aprender cuales son los parámetros más importantes y cómo controlarlos.
Es importante que entienda también el riesgo del mal uso de los agentes químicos, por lo que recomendamos consultar con profesionales de la limpieza y el mantenimiento de piscinas.